La Luna, esa novia olvidada

Cuando el hombre toma conciencia de que el tiempo es circular y que los fenómenos naturales eran cíclicos, es cuando conoce a la Luna. Ninguna cultura fue indiferente a su presencia.

Y es que este regente noctámbulo aparece en nuestras noches iluminando el cielo y cambiando día a día de forma; Naciendo, creciendo, menguando y muriendo tres noches para repetir el ciclo con una periodicidad constante y esperanzadora.

En lenguas indoeuropeas "Moon" viene de la raíz "me" que también significa medir y que también es tronco del vocablo "mes" (basta ver que incluso hasta las lenguas semíticas conservan esta asociación). Entonces Luna, Medir y Mes se relacionan.

Pero es que esa Luna, que alumbra los caminos, señala las siembras y las podas, nos marcaba los meses de 28 días mucho antes que el Sol patriarcal viniera a marcar el tiempo por su desplazamiento entre las constelaciones de la eclíptica.

Y es que esa Luna, como una novia olvidada, la hemos dejado de lado por el Sol, ese regente diurno, constante y sólido que asciende y desciende en el cielo, de norte a sur y viceversa, entre solsticios, para marcar el año como medida de tiempo.

Y es que esa Luna es Demeter y Perséfone (la que se mueve en tres mundos: el Hades (posteriormente el infierno o inferos), el mundo de los hombres y el Olimpo); En este mismo mito es Hékate, quien escucha y no ve. También es Isis, la que después es María en los mitos cristianos y concibe a Cristo (el Sol, que alumbra un judaísmo nuevo para los gentiles) y otras diosas mas. Muchas deidades femeninas para el mismo astro.

La naturaleza es cíclica y cambia... lo que antes fue joven, ahora es viejo y por cierto, mañana morirá; una terrible certeza y quizás la única que tenemos al nacer: Lo que antes fue y hoy es, mañana no será. Y es aquí donde la luna aparece con su esperanza de renacimiento, la misma esperanza que el iniciado, de cualquier tradición, descubre una vez que ha muerto a su vida anterior y renace desde las aguas de su conciencia a nueva vida.

Esa sola analogía simbólica es la que da sentido al Universo, al decir de Mircea Eliade, lo "Sacraliza"; ese caos aparente que se ordena una vez que se descubre un sentido y conexión entre el todo cuando se descubre que la hierofanía lunar se reproduce en las mareas, los ciclos femeninos, el embarazo (10 meses lunares), las aguas, la vegetación, el devenir humano y en animales como la serpiente, el lobo, el caracol y el oso.

Y es que esta Luna, cambiante y esperanzadora nos muestra que el morir es solamente un receso de este proceso que llamamos vida.